jueves, 24 de octubre de 2013

TRADICIONES MICHOACANAS


   En Emiliano Zapata, la tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, donde se tiene la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales.

    Estas fechas se celebran en Michoacán con unas características especiales. Durante los días precedentes los familiares de los difuntos realizan frecuentes visitas a los cementerios con el objeto de limpiarlos y adornarlos con todo tipo de flores, especialmente con crisantemos y flor de cempasúchil .
 
    La visita a los cementerios se realiza el 1 y 2 de noviembre. Es un rito de recuerdo y homenaje a los antepasados. En todas las iglesias se ofician misas en memoria de estos seres queridos que sirven para acortar los supuestos años de purgatorio en el más allá. La estancia de los familiares en el camposanto será más larga si la muerte se ha producido recientemente. En cualquier caso, no puede decirse que sea un hábito generalizado, pues la población que visita los cementerios suele ser la de mayor edad. Se encienden velas durante toda la noche y el cementerio permanece abierto. Ninguna tumba queda desprovista de luz y flores.


   El cementerio, en estos dos primeros días del mes de noviembre, es la inmensa plaza pública donde asoman las más inusitadas manifestaciones y los más extraños encuentros entre vivos y difuntos.

   El cementerio representa el lugar cerrado, lúgubre, donde moran los difuntos. Está separado del mundo de los vivos por una elevada tapia que disimula o esconde a la vista, la fría arquitectura funeraria y es reconocida por los espigados cipreses que lo circundan.

   La piedra de las tumbas invita a su perennidad, las señas labradas, y la imagen o fotografía del difunto manifiestan una simbología determinada, la perpetuación, en este otro mundo, de su memoria.

   El enterramiento de nuestros seres queridos sugiere una idea de sacralidad conectada a cierta reflexión más allá de la vida cotidiana. La creencia en la continuidad de la existencia del difunto revela una incapacidad para aceptar la prueba de la realidad.



   El cementerio está repleto de simbologías, es evocador de una civilización eminentemente urbana. Se distingue una claridad de alineaciones de nichos y tumbas.






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