NUESTRO MODO DE SER CAPITALISTA
El modo de producción vigente en México es el capitalista.
Desde finales del siglo XIX, todo el siglo XX y lo que va de este siglo, la
globalización, el libre mercado y el gran padre de todo, el banco mundial o fondo
monetario internacional. Estos son los parámetros que conjugan el modo de
producción con las funciones y el tipo de Estado que tiene este país.
Es por esto que la relación del Estado con el modo de
producción depende de organismos no democráticos que toman las decisiones en
lugar de la humanidad. Pero qué podemos esperar de un Estado que sólo tiene la
soberanía como un artículo de museo y que depende de los mandatos y
disposiciones de los únicos Estados de control mundial que no residen en uno o
cada país, sino que son una elite que determina para nuestro país las formas de
gobierno nos guste o no.
Si fueran necesarias las evidencias de esto, valga
responder a estas preguntas ¿por qué en los discursos políticos se dice que la
situación del país va mejorando en todos los aspectos sociales, políticos y
económicos? ¿Dónde están en esos avances? ¿Dónde queda la supuesta libertad de
expresión? ¿Por qué cada vez existe más pobreza, desempleo, analfabetismo,
violencia, protestas, etcétera? ¿A caso son parte de un proceso dialéctico
histórico?
Esta relación del Estado y el modo de producción dejan claro
que el modo de producción capitalista neoliberal y opresor requiere de un
Estado como el que tenemos, ni más ni menos perfecto o desperfecto. Este
instrumento es ideal para propiciar la explotación de la fuerza de trabajo de
los trabajadores que necesitamos de un salario que se ve amenazado por las
nuevas reformas legislativas y amenazas coercitivas del Estado.
Basta ver el caso lamentable de la Educación en México. Una
panacea para catapultar a los productos de la educación capitalista y no
alumnos como seres humanos. De por sí ya tan afectada la educación pública del
país, se ve amenazada por las garras de las disposiciones globales como la OCDE
y el banco mundial que son los que dictan las pautas a seguir en diversos
Estados del Orbe. Por eso el sistema está preparado para que sean pocos los que
tomen las riendas del mercado nacional y muchos los que esperen una oportunidad
para ser obreros y ocupar un lugar en las empresas, fábricas e industrias de
estos capitalistas.
En conclusión, el Estado es un instrumento que permite al modo de
producción a costa de cualquier hecho humano o inhumano, verdadero o falso,
democrático o autoritario, ser un mecanismo de control y dominio social. Y tal
y como se inició este trabajo al señalar que el origen del Estado tuvo su
nacimiento en la sociedad esclavista, concluyo diciendo que ahora tenemos un
estado esclavista más sutil y despiadado. Un estado surrealista
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