PARROQUIA DE NUESTRA
SEÑORA DE FÁTIMA (APATZINGÁN)
Ante el crecimiento
de la población en la ciudad, el Excmo. Sr. Obispo Abraham Martínez, Obispo de
la Diócesis de Tacámbaro, recomendó que se erigiera otra capilla que en un futuro
podría ser un templo, así el Pbro. Jesús Gallegos, emprendió la tarea de
construir la pequeña capilla en un lote que, una vez adquirido, inmediatamente
se construyó un tejaban y los sacerdotes de la parroquia, se preocupaban por
celebrar Misa los domingos.
Corría el año de
1960, el nueve de enero, cuando el Sr. Obispo, Don Abraham Martínez, decidió
erigir la nueva parroquia, nombrando como primer párroco al Pbro. Leopoldo
García Carrillo, que por entonces era vicario de Ntra. Sra. de la Asunción en
Apatzingán quien llegó con su familia a aquel lugar desolado pero con un gran
reto, la construcción material y espiritual de la nueva parroquia. El Pbro.
Emiliano Soria, que a la sazón era párroco de Acahuato, trajo la cantera de
aquella comunidad para comenzar las paredes de una enorme construcción, que
todavía se pueden apreciar hasta el día de hoy, en el exterior del mismo.
La capilla ahora
convertida en Bautisterio, también fue obra de dicho sacerdote. Fue durante
este período que comenzó a celebrar la Eucaristía diariamente bajo un techo de
lámina de cartón, que quedó en el centro de la nueva construcción.
Tenía poco tiempo la
fundación cuando unos fanáticos protestantes irrumpieron en aquella capillita y
quemaron la imagen de la Virgen, los parroquianos buscaron desquite y se armo
un gran pleito en la ciudad, (año 61-62). El Sr. Cura decidió reforzar las
puertas y compró un perro guardián. Además con esto se despertó el celo de la
gente y así los parroquianos estuvieron por turnos cuidando su templo para
evitar nuevos daños.
El Pbro. Ismael Oseguera
con la ayuda del nuevo Obispo Don Victorino Álvarez Tena, consiguió con las
autoridades de CAPSI, una importante ayuda para continuar la construcción, y
con ello comenzó la construcción del curato. Además levantó las bardas que
habían quedado a medias y puso el techo del templo en el presbiterio hasta el
comulgatorio.
El Sr. Cura Abraham
Coria dio continuidad al proyecto iniciado por los párrocos anteriores con un
impulso notorio, él tapó el templo, que estaba cubierto hasta el crucero.
Para hacer de aquella
construcción algo digno de la reina del Cielo, buscó entre los artistas
reconocidos en nuestra región a alguien que le asesorara en tan grandioso
proyecto, y ninguno más grande que el perito en arte sagrado, el Pbro. Mario
Amezcua de la diócesis de Zamora, quien supo interpretar los deseos del Pbro.
Abraham Coria diseñando los vitrales y quien, además pintó el mural de Ntra.
Sra. de Fátima como protectora de Apatzingán. Posteriormente comenzó la
construcción de la torre del campanario como coronación de la obra. También fue
el Pbro. A. Coria quien se encargó de amueblar la “Nueva Construcción” con
bancas de parota, puesto que debían ser material duradero, puso el aire
acondicionado, como algo indispensable para esta región.
Dios además un gran
impulso a la construcción de la casa parroquial, (casi es obra de él), amuebló
la sacristía construida por el Pbro. Ismael y adquirió el patio y la cochera.
Una vez terminada su
gestión fue nombrado párroco el Pbro Uriel Ochoa Pimentel, quien dio
continuidad al proyecto parroquial. Observando la magnitud de la parroquia, y
dado que el Pbro. Vicente Soto, atendía la capilla de Ntra. Sra. del Carmen,
con cierta autonomía, el P. Uriel propuso al Sr. Obispo la erección de una
nueva parroquia con sede en la capilla del Carmen, para poder prestar un mejor
servicio a los fieles católicos.
En el año de 1994
invitó a las religiosas del Niño de la Salud, para participar en la pastoral
parroquial; para ello adoptó la casa que anteriormente habían ocupado los
sacerdotes y con ello contribuyó a darle una nueva fisonomía a la pastoral. Ese
año el movimiento de la Renovación Carismática ingresó a la parroquia.
Restauró el
bautisterio, dándole al mismo tiempo, un lugar digno a los Santos Óleos y pintó
el paso del Mar Rojo, y la silueta de Jerusalén que todavía podemos apreciar el
día de hoy.
Quien con un renovado
impulso continuó la pastoral parroquial, fue el Pbro. Jesús Álvarez Chávez,
quien se esmeró en crear un proyecto orgánico que diera, no sólo continuidad al
ya iniciado por los anteriores párrocos, sino trato de actualizar el ya
existente con los conocimientos adquiridos con sus estudios en Teología Pastoral.
Actualmente el
párroco Martín Vargas, impulsa fuertemente la pastoral parroquial al mismo
tiempo que restaura el templo que resultó fuertemente dañado después de una
explosión de juegos pirotécnicos en mayo pasado y que dañó la sacristía, una
pared del templo y algunos cristales.
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