viernes, 7 de marzo de 2014

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA (APATZINGÁN)




Ante el crecimiento de la población en la ciudad, el Excmo. Sr. Obispo Abraham Martínez, Obispo de la Diócesis de Tacámbaro, recomendó que se erigiera otra capilla que en un futuro podría ser un templo, así el Pbro. Jesús Gallegos, emprendió la tarea de construir la pequeña capilla en un lote que, una vez adquirido, inmediatamente se construyó un tejaban y los sacerdotes de la parroquia, se preocupaban por celebrar Misa los domingos.
Corría el año de 1960, el nueve de enero, cuando el Sr. Obispo, Don Abraham Martínez, decidió erigir la nueva parroquia, nombrando como primer párroco al Pbro. Leopoldo García Carrillo, que por entonces era vicario de Ntra. Sra. de la Asunción en Apatzingán quien llegó con su familia a aquel lugar desolado pero con un gran reto, la construcción material y espiritual de la nueva parroquia. El Pbro. Emiliano Soria, que a la sazón era párroco de Acahuato, trajo la cantera de aquella comunidad para comenzar las paredes de una enorme construcción, que todavía se pueden apreciar hasta el día de hoy, en el exterior del mismo.
La capilla ahora convertida en Bautisterio, también fue obra de dicho sacerdote. Fue durante este período que comenzó a celebrar la Eucaristía diariamente bajo un techo de lámina de cartón, que quedó en el centro de la nueva construcción.


Tenía poco tiempo la fundación cuando unos fanáticos protestantes irrumpieron en aquella capillita y quemaron la imagen de la Virgen, los parroquianos buscaron desquite y se armo un gran pleito en la ciudad, (año 61-62). El Sr. Cura decidió reforzar las puertas y compró un perro guardián. Además con esto se despertó el celo de la gente y así los parroquianos estuvieron por turnos cuidando su templo para evitar nuevos daños.
El Pbro. Ismael Oseguera con la ayuda del nuevo Obispo Don Victorino Álvarez Tena, consiguió con las autoridades de CAPSI, una importante ayuda para continuar la construcción, y con ello comenzó la construcción del curato. Además levantó las bardas que habían quedado a medias y puso el techo del templo en el presbiterio hasta el comulgatorio.
El Sr. Cura Abraham Coria dio continuidad al proyecto iniciado por los párrocos anteriores con un impulso notorio, él tapó el templo, que estaba cubierto hasta el crucero.
Para hacer de aquella construcción algo digno de la reina del Cielo, buscó entre los artistas reconocidos en nuestra región a alguien que le asesorara en tan grandioso proyecto, y ninguno más grande que el perito en arte sagrado, el Pbro. Mario Amezcua de la diócesis de Zamora, quien supo interpretar los deseos del Pbro. Abraham Coria diseñando los vitrales y quien, además pintó el mural de Ntra. Sra. de Fátima como protectora de Apatzingán. Posteriormente comenzó la construcción de la torre del campanario como coronación de la obra. También fue el Pbro. A. Coria quien se encargó de amueblar la “Nueva Construcción” con bancas de parota, puesto que debían ser material duradero, puso el aire acondicionado, como algo indispensable para esta región.


Dios además un gran impulso a la construcción de la casa parroquial, (casi es obra de él), amuebló la sacristía construida por el Pbro. Ismael y adquirió el patio y la cochera.
Una vez terminada su gestión fue nombrado párroco el Pbro Uriel Ochoa Pimentel, quien dio continuidad al proyecto parroquial. Observando la magnitud de la parroquia, y dado que el Pbro. Vicente Soto, atendía la capilla de Ntra. Sra. del Carmen, con cierta autonomía, el P. Uriel propuso al Sr. Obispo la erección de una nueva parroquia con sede en la capilla del Carmen, para poder prestar un mejor servicio a los fieles católicos.
En el año de 1994 invitó a las religiosas del Niño de la Salud, para participar en la pastoral parroquial; para ello adoptó la casa que anteriormente habían ocupado los sacerdotes y con ello contribuyó a darle una nueva fisonomía a la pastoral. Ese año el movimiento de la Renovación Carismática ingresó a la parroquia.
Restauró el bautisterio, dándole al mismo tiempo, un lugar digno a los Santos Óleos y pintó el paso del Mar Rojo, y la silueta de Jerusalén que todavía podemos apreciar el día de hoy.



Quien con un renovado impulso continuó la pastoral parroquial, fue el Pbro. Jesús Álvarez Chávez, quien se esmeró en crear un proyecto orgánico que diera, no sólo continuidad al ya iniciado por los anteriores párrocos, sino trato de actualizar el ya existente con los conocimientos adquiridos con sus estudios en Teología Pastoral.
Actualmente el párroco Martín Vargas, impulsa fuertemente la pastoral parroquial al mismo tiempo que restaura el templo que resultó fuertemente dañado después de una explosión de juegos pirotécnicos en mayo pasado y que dañó la sacristía, una pared del templo y algunos cristales.


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