viernes, 7 de marzo de 2014

CATEDRAL NUESTRA SEÑORA DE LA ASUNCIÓN (APATZINGÁN)

“NUESTRA HISTORIA, CUARTA PARTE”



Tiempos difíciles son los que se desenvuelven en el siguiente periodo que corresponde a uno de los episodios más sangrientos en toda la historia de la cristiandad en nuestro país, “la Guerra Cristera”, donde el heroísmo de los clérigos y de los fieles serán la nota característica de la etapa comenzando la persecución, el cierre de los templos, colegios y seminarios. Durante este periodo fue párroco el Sr. Cura Manuel Lucatero, quien enarbolando la enseña de la fe y fortalecido con la visita de su Pastor, el Sr. Obispo Lara, le hizo conciencia de la situación que se estaba viviendo su fe en Cristo ante los embates sufridos. Un Cura de carácter bondadoso y amable como lo señalaban sus contemporáneos dio testimonio de su amor a Cristo, al ser aprehendido y confinado a México, una vez absuelto, regresará a la ciudad, donde permanecerá hasta el año de 195 cuando el Sr. Obispo don Abraham Martínez Betancourt, obispo de Tacámbaro, nombra como párroco, el 27 de octubre de 1952 al Pbro. Eleuterio Mandujano quien se encargará de la renovación de la parroquia.

El P. Mandujano, quien había sido informado sobre los acontecimientos y en secreto se le había informado sobre la fuerte posibilidad de la creación de una nueva Diócesis, con sede en esta ciudad, y por tanto, ante la insistencia de la demolición del templo se debía pensar en hacer uno nuevo que en el futuro se convertiría en catedral.
Llegado el año 1953 fue inmediatamente notificado sobre la demolición del templo, por parte del ingeniero Elías Pérez Ávalos, (quien creyó que era el momento más oportuno), y no debía desaprovechar la coyuntura, pero Mandujano jamás aceptó, e inclusive Pérez Ávalos, le enviaba construir uno nuevo, “Pero fuera de la ciudad”. Mandó desalojar inmediatamente, porque las máquinas debían comenzar ya los trabajos de remodelación del Centro y el templo era lo único viejo que permanecía puesto que ya todo el centro había sido remodelado.


Al ser informados sobre los últimos acontecimientos, los católicos hicieron un acto de solidaridad y decidieron cuidar su templo día y noche para evitar su destrucción, además, fueron hasta las oficinas de la “Comisión de Tepalcatepec” para expresar el rechazo del proyecto presentado; Pérez Ávalos los remitió con Don Lázaro Cárdenas y ahí en tono de súplica Mandujano, le pide la escuela Morelos, (que antiguamente era la escuela parroquial y que había sido expropiada), para la construcción del nuevo edificio, pero con la única condición de que fuera catedral y utilizara el mismo material del que se habían construido los demás edificios del centro; con qué tacto Mandujano controlo, la situación; otro acuerdo fue que la escuela sería derribada al comienzo de las vacaciones, para evitar que los alumnos perdieran sus clases, y mientras tanto se comenzaría la construcción del edificio que hoy alberga la escuela Morelos.


Dado los arreglos se derribó el antiguo edificio de la escuela y del templo quedando exclusivamente la torre en medio de la calle, el lugar del templo es la calle Esteban Vaca Calderón.
La celebración eucarística, durante el tiempo inmediato que sucedió a la destrucción de los antiguos edificios, se tuvo en una finca de adobes que estaba al otro lado y el portal se utilizó de fondo para celebrar la Misa, ahí se puso un altar, un cuarto era la sacristía y el patio, que era dominado por una frondosa higuera, se convirtió en el templo donde se colocaron las bancas a su sombra.


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