LA DECADENCIA DE LA VERDAD
No resulta del todo sencillo entender las ideas de
Fiedrich Nietzche. Quizá ni su intención fue ser entendido por la humanidad.
Sin embargo su pensamiento ha sido fuente de inmensos debates filosóficos y de
todos los ámbitos del saber humano. En el caso de la religión, ni se diga si su
pensamiento sobre la moral de la religión fue aceptado con afable recibimiento.
Al grado de que por décadas fue prohibida su lectura en centros de formación
religiosa.
¿A caso pensar libremente de una manera distinta, crítica
y en contra de lo que se considera por la mayoría como verdadero es motivo para
tildar a alguien de loco, pecador, inmoral, hereje y hoy en día hasta de
izquierdista radical y porro?
Pues qué lástima entonces que algunas de las
instituciones sociales más afamadas determinen qué pensar, como pensar, qué
creer, qué no creer. Con razón Nietzche hace referencia a que a la realidad se
le ha despojado de su valor. Nos quieren hacer creer que sus verdades deben ser
nuestras verdades.
“A la realidad se la ha despojado de su valor, de su
sentido, de su veracidad en la medida en que se ha fingido mentirosamente un
mundo ideal. El «mundo verdadero» y el «mundo aparente»; dicho con claridad: el
mundo fingido y la realidad. Hasta ahora la mentira del ideal ha constituido la
maldición contra la realidad, la humanidad misma ha sido engañada y falseada
por tal mentira hasta en sus instintos más básicos hasta llegar a adorar los
valores inversos de aquellos solos que habrían garantizado el florecimiento, el
futuro, el elevado derecho al futuro.”
Nietzche, Fiedrich, Ecce Homo.
Y no solamente las personas valiéndose de algo como la
religión han sido los únicos en falsear la verdad, hoy en día los medios de
comunicación o mejor dicho de desinformación son de los principales tendientes
en manipular la realidad con su falso mundo de fantasías y de una felicidad o
bienestar inexistentes sobre todo en una sociedad como la de México que cada
vez que pasa el tiempo se hunde gracias a nuestra pasividad y enajenación de
pensamiento y obra, dejando en manos de unos cuántos farsantes el destino de
esta nación.
Por lo tanto no me parece del todo vanidad que el autor
de Ecce Homo sea orgulloso y presuntuoso de su obra, pensamiento y acción. Creo
que todos debemos tener ese nivel de auto reconocimiento de nuestras buenas
obras, de nuestro intelecto y sobre todo ser consientes de que necesitamos un
pensamiento crítico ante todas las idiosincrasias existentes para formular una
propia forma de darle sentido a nuestra existencia.
Sin embargo, es lamentable que existan aún en la
actualidad esas tendencias decadentes que menciona Nietzche en las páginas de
esta obra que más que una exaltación personal de sus libros es una reiteración
de sus ideales y si es que después de esto quedó catalogado como un demente, es
preferible vivir sin las facultades mentales engañadas que una locura libre de
manipulaciones y formas de control social.
El punto es que, la doble moral de la que habla Nietzche,
en las diferentes personalidades humanas sigue siendo el epicentro de las
injusticias mundiales. El rico poderoso cree que el pobre miserable debe ser
tratado y visto como un animal u objeto. Mientras que el pobre ve al rico como
un tirano que comete actos inhumanos en contra de los más necesitados.
Sino reestructuramos y construimos nuevas formas de
pensamiento y de conciencia no podremos llegar a la condición de “súper hombre”,
simplemente seremos una efímera nube de polvo en la eternidad y lo peor del
caso, esclavo de las mentiras y decadencias aberrantes que degeneran la
verdadera naturaleza humana. Ni siquiera el mismo Zaratustra de Nietzche sería
capaz de orientar nuestra esperanza de ser quienes rijan su propia existencia y
no las miserables garras de la falsedad y decadencia que existe en nuestro
tiempo.
No se trata de caer en extremos existenciales para declararnos
en contra de los sistemas ya establecidos, es necesario despertar de ese
letargo de enajenación materialista y nihilista para poder romper las celdas
que aprisionan la verdadera condición del ser humano.
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