COCTEL DE CULTURAS (PARTE II)
Este coctel de culturas son las que realmente caracterizan a
nuestro pueblo, todas estas culturas juegan y conviven entre sí para dar una
posibilidad a la esperanza de que la ignorancia sea el velo que cubre esta
cultura, y la disfrace de fiesta y estabilidad sociocultural. Pero qué podemos
esperar de una cultura que minimiza sus propias raíces y las condena a los
tiempos de fiesta en donde los incultos venden flores o hierbas que siembran y
cortan con sus propias manos o que en dado caso la naturaleza les regala y no
es porque la roben, sino porque es la única que les otorga el privilegio de no
pagar impuestos por lo que venden a la cultura dominante que llama “indios” o
“Marías” a los hombre y mujeres que cargan en su reboso una cultura del
desprecio y la marginación junto a sus hijos que también tienen cabida en el
mismo espacio.
Sin embargo
no todo es un infierno como se piensa, la lingüística también tiene su parte en
esta cultura. Es evidente que el bilingüismo existe en esta ciudad. Unos hablan
la lengua de los ricos y otros la lengua de los pobres. Los bilingües por
necesidad y naturaleza sienten vergüenza de hablar su lengua natal porque como
viven dentro de la cultura dominante, jamás serán entendidos. Pero cosa curiosa
es que aun hablando la misma lengua, los pobres, los enfermos, los nadie, nunca
son entendidos; pareciera que hablaran una lengua que jamás podrá ser
descifrada por la lengua dominante. Y
para coronar esta fiesta de lenguas, a los pobres se les imparte clase de
inglés en la educación básica porque la cultura dominante considera que esa
lengua es la llave para abrir el universo y tener acceso a la verdad.
Así de
pintoresca es mi cultura. No me siento desdichado de ella ni mucho menos
arrepentido. Soy sólo una célula de esta cultura que me ha dado la oportunidad
de aprender que hoy en día es más importante hablar de la diversidad cultural,
la interculturalidad, el bilingüismo y otras cosas que de la unión de un ser
humano con otro sin distinción de color de piel, forma de hablar, de pensar o
de ser. Al fin y al cabo tan sólo somos víctimas de una cultura secuestrada que
algún día, descubrirá la verdadera historia de los que no ganan, de los que no
escriben la historia, pero que sí hacemos la cultura.
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