Situación general y perspectivas
En un contexto de poco respeto a la ley (que incluye a las propias
autoridades), de desregulación de las actividades económicas, de bajo
crecimiento económico y de desempleo real creciente, las actividades ilegales e
ilícitas tienden a proliferar, lo mismo que la emigración. Este último fenómeno
incluye ahora personas con mayor grado de escolaridad. Hay, además, fuga
permanente de capitales que pese a todo encuentran más atractiva y segura su
inversión fuera del país que dentro de él, y las empresas locales se vinculan o
venden al capital extranjero. Las empresas de exportación sin control alguno
son ya indistinguibles de la industria maquiladora, que opera sin control ni
programa de integración. Los empresarios mexicanos pequeños y medianos que
sobreviven, lo hacen sin crédito y sin apoyo y, lo que es peor, sin que se
apliquen reglas de funcionamiento que los favorezcan, de modo que en cualquier
momento un monopolista nacional o extranjero los desplaza.
La transición en México de una política de masas corporativizadas a una
política de ciudadanos no pasó por la revisión, modificación y establecimiento
de leyes y normas que puedan cumplirse, ni por un pacto que obligue a los
actores económicos y políticos a cumplir y hacer cumplir las leyes; no pasó
tampoco por la discusión y puesta en marcha de un programa claro de cambio
político y sobre todo económico que tuviera como eje la atención de las
necesidades básicas de la sociedad, destacadamente el empleo. Pasó solo por la
venta mediática del carisma de actores políticos, construida como imágenes
propagandísticas de un cambio que nadie supo, bien a bien, hacia dónde iba, ni
para qué. En contraste, la estructura corporativa de control de las masas por
el partido hegemónico hasta antes del “cambio” sigue intacta, los problemas
sociales no solo siguen sin resolverse sino que se han agravado y el camino a
la ingobernabilidad parece estar en marcha.
En este contexto, la transición real en México implica que el gobierno
entrante atienda primero que nada estos tres problemas básicos, y eso solo lo
puede hacer mediante un nuevo pacto social en el que todos los sectores
sociales y partidos participen, aunque ello pueda significar un cambio
constitucional de gran magnitud. El Estado tiene que recuperar su papel de
liderazgo económico y social, pero sin menoscabo de la democracia y actuando en
el margen que le dejan el gobierno de Estados Unidos y sus organismos
financieros. Es una difícil pero inevitable tarea. De no realizarse,
regresaremos tarde o temprano al simulacro de democracia que fueron los
gobiernos del pri, con movimientos casi pendulares en lo económico, unas veces
a la derecha y otras al centro, unas veces liberales y otras no, eso sí siempre
populistas en lo político.
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