miércoles, 5 de marzo de 2014

... de Reformas Estructurales y Autodefensas. El petróleo y el mexicano.

En México el tema del petróleo es un tema sensible. Por alguna razón el mexicano común posee un gran sentido de pertenencia hacia este recurso energético no renovable, está ligado a su identidad, a su patria.

Tal vez sea culpa del Gral. Lázaro Cárdenas del Río, quien llevó a cabo la expropiación petrolera y con esta acción, llenó de orgullo y patriotismo los corazones de quienes entonces les tocó vivir esa histórica jornada y que a su vez, lo fueron transmitiendo a sus hijos, nietos, bisnietos.

Puede ser que se deba también a que en nuestro país el 88% de la energía primaria que consumimos la tenemos gracias al petróleo y sus derivados, es la principal fuente de insumos para generar energía eléctrica, permite la producción de combustibles para los sectores de transporte e industrial. Además, es materia prima de una gran cantidad de productos como telas, medicinas o variados objetos de plástico.

Lo cierto es que esta reforma no sólo trastoca a las empresas paraestatales que han sido estandarte de la Nación durante tanto tiempo, la manera en que serán administradas, en que se repartirán las ganancias que generen, incluso trastoca la vida cotidiana de nosotros, ya que, al depender tanto del petróleo veremos (creo yo) aún más afectada nuestra economía y nuestros bolsillos, nuestra estabilidad laboral e incluso social.

Me parece que estamos ante un robo descarado en todos los sectores, no solo el energético, el educativo, el de seguridad social, de empleo; aún más grave nos están robando nuestra soberanía en aras de la "competitividad económica" y la integración al mercado global.

¿Quién dice que ese es el camino que hay que seguir?

Inclusive aún más grave es el hecho de que nos esten robando nuestra identidad, nuestra ideología, tenemos el pie sobre la yugular y el asunto aquí es que no nos hemos dado cuenta de ello.

Bien decía Karl Marx que no hay mejor dictadura que aquella donde el sometido no se da siquiera cuenta de su condición. Así estamos actualmente, en una zona de comfort y no nos permitimos siquiera alzar la voz para mostrar nuestro desacuerdo.

Han pasado más de treinta años desde que el neoliberalismo fundó sus cimientos en el país, 30 años de adelgazamiento del Estado, 30 años de nulo crecimiento económico, de destrucción del llamado tejido social, de incremento en la inseguridad, la violencia y las actividades ilícitas, 30 años de pérdidas constantes en materia de derechos humanos y laborales, 30 años de una clase política y empresarial inamovibles y que solo flota entre los escaños de elección popular: hoy senador, mañana diputado, gobernador o presidente municipal; después los políticos se convierten en dirigentes de las grandes trasnacionales y viceversa. El círculo se perpetua.

30 años y no nos ha parecido suficiente el tiempo para darnos cuenta de que, como dice la expresión, "no es por ahí la cosa".

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