jueves, 6 de marzo de 2014

PARROQUIA DE SANTIAGO APÓSTOL (COALCOMÁN)
PRIMERA PARTE


La parroquia  fue fundada en el año de 1766, porque entre los meses de junio y julio del año de 1765 se establecen las líneas de demarcación de varias parroquias (entre otras Pinzándaro y Tepalcatepec que eran las únicas de Tierra Caliente y que abarcaban la Sierra Madre del Sur). En el año de 1777 ya aparece como parroquia en la lista de las parroquias de este obispado de Michoacán, que había pasado de 59 en el año de 1570 a 129”.
Sin duda durante el tiempo de la independencia esta parroquia sufrió lo mimo que las demás de la región: guerra, despojos, destierros, muerte y destrucción, inclusive abandono por parte de los sacerdotes dado que el obispado careció de un obispo por 22 años (1809-1831) y por lo mismo de ordenaciones sacerdotales.
Los años posteriores a la independencia fueron muy difíciles para la Iglesia dado que hubo expulsión de españoles y con ello muchos religiosos de Michoacán, además del cólera que azotó la región en 1833, terminaron casi con toda la clerecía de la región.
Durante la época de “La Reforma” los obispos fueron desterrados y allá, en Roma, propusieron la creación de una “Nueva Diócesis” para Michoacán, la de Zamora erigida el 26 de enero de 1863 y entre las 6 que existían en esta región se encontraba Coalcomán.


Vista panorámica de Coalcomán

Los primeros obispos de la diócesis de Zamora (Dn. J. Antonio de la Peña y Navarro y Dn. José Cázares y Martínez) se preocuparon mucho por la construcción de su seminario y de enviar sacerdotes a todas las parroquias de manera que no quedó ni una sola sin un pastor durante este periodo. Además de que se preocuparon por impulsar el colegio parroquial ya existente que contaba con 134 alumnos (primaria).
Durante este periodo el templo parroquial era “de una sola nave, construido de tabique y piedra con ventanas y torre de estilo ojival y fachada neogótica que fueron remodelas en este periodo ya que este era el estilo de moda en la diócesis de Zamora por el Pbro. Ramón Montaño, párroco del lugar”.
Un nuevo esplendor conoció esta parroquia con la inmigración que tuvo el pueblo cuando “se avecinaron en Coalcomán numerosas familias procedentes de Cotija, Purépero, Jiquilpan y de varios pueblos del sur de Jalisco. Con ello, la población aumentó y la fisonomía urbana comenzó a cambiar. Eso motivó al gobierno para otorgarle una nueva categoría a la cabecera municipal, la que por decreto de 29 de noviembre de 1886, fue elevada al rango de Villa, llamándose en adelante: Coalcomán de Matamoros (mismo que se conservó hasta 1981), cuando por iniciativa del Ejecutivo estatal se le quitó “de Matamoros”, cambiando a Coalcomán de Vázquez Pallares).


Plantación de cedro rosado

Estos nuevos integrantes compraron las mejores fincas de la población, pero, es necesario decirlo, también varios les quitaron a los indígenas sus tierras y tuvieron que emigrar.
“A mediados de la década de los noventa se fundieron en Coalcomán 4 campanas de bronce de diversos tamaños, con aleaciones de plata y oro que aportaron los vecinos para darles un mejor sonido. Por ese tiempo, también se concluyó la cúpula en forma de “media naranja”, que cubría el presbiterio y se dieron los últimos toques al altar mayor construido de madera con acabados de yesería de estilo neogótico, en cuyos nichos se colocaron las nuevas imágenes de San José, la Virgen María, el Sagrado Corazón de Jesús, San Francisco y San Antonio. Los altares laterales estaban dedicados al Santo Cristo y a Santo Santiago Apóstol, patrón de la parroquia desde el siglo XVI. Una comisión de vecinos acomodados, encabezados por don Ignacio Moreno y Antonio Pallares, adquirió en la ciudad de México una imagen de la Virgen de Guadalupe, de grandes dimensiones, que  fue colocada en la parte central del altar mayor. En los primeros años del s. XX, los viejos candeleros de barro y madera fueron sustituidos por nuevos, de bronce, que fueron adquiridos en la ciudad de México. Otra mejora importante fue el baradal del comulgatorio de herrería artística, que reemplazó a uno antiguo de madera.


Jardín de Coalcomán

Todo ello nos muestra el esplendor cultural, económico, político y religioso que alcanzó esta parroquia, que contaba con un periódico local llamado “el Eco” que tenía por objetivo dar a conocer los adelantas de esta comarca: en la agricultura, ganadería, actividades artesanales y manufactureras que eran las propias de la población, en donde inclusive había una fábrica de cerveza; el comercio era, por supuesto, clave en la región donde se creó la “De la Vega, Mendoza y Compañía”  dedicada a la compraventa de mercancías de todos los géneros, y posteriormente la sociedad mercantil llamada “Bringas y Ochoa en 1898”. Además de compañías extranjeras que se establecieron para la compra-venta.


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