PARROQUIA DE SANTIAGO
APÓSTOL (COALCOMÁN)
PRIMERA PARTE
La parroquia fue
fundada en el año de 1766, porque entre los meses de junio y julio del año de
1765 se establecen las líneas de demarcación de varias parroquias (entre otras
Pinzándaro y Tepalcatepec que eran las únicas de Tierra Caliente y que
abarcaban la Sierra Madre del Sur). En el año de 1777 ya aparece como parroquia
en la lista de las parroquias de este obispado de Michoacán, que había pasado
de 59 en el año de 1570 a 129”.
Sin duda durante el tiempo de la independencia esta
parroquia sufrió lo mimo que las demás de la región: guerra, despojos,
destierros, muerte y destrucción, inclusive abandono por parte de los
sacerdotes dado que el obispado careció de un obispo por 22 años (1809-1831) y
por lo mismo de ordenaciones sacerdotales.
Los años posteriores a la independencia fueron muy difíciles
para la Iglesia dado que hubo expulsión de españoles y con ello muchos
religiosos de Michoacán, además del cólera que azotó la región en 1833,
terminaron casi con toda la clerecía de la región.
Durante la época de “La Reforma” los obispos fueron
desterrados y allá, en Roma, propusieron la creación de una “Nueva Diócesis”
para Michoacán, la de Zamora erigida el 26 de enero de 1863 y entre las 6 que existían
en esta región se encontraba Coalcomán.
Vista panorámica de Coalcomán |
Los primeros obispos de la diócesis de Zamora (Dn. J.
Antonio de la Peña y Navarro y Dn. José Cázares y Martínez) se preocuparon
mucho por la construcción de su seminario y de enviar sacerdotes a todas las parroquias
de manera que no quedó ni una sola sin un pastor durante este periodo. Además
de que se preocuparon por impulsar el colegio parroquial ya existente que
contaba con 134 alumnos (primaria).
Durante este periodo el templo parroquial era “de una sola
nave, construido de tabique y piedra con ventanas y torre de estilo ojival y
fachada neogótica que fueron remodelas en este periodo ya que este era el
estilo de moda en la diócesis de Zamora por el Pbro. Ramón Montaño, párroco del
lugar”.
Un nuevo esplendor conoció esta parroquia con la inmigración
que tuvo el pueblo cuando “se avecinaron en Coalcomán numerosas familias
procedentes de Cotija, Purépero, Jiquilpan y de varios pueblos del sur de
Jalisco. Con ello, la población aumentó y la fisonomía urbana comenzó a
cambiar. Eso motivó al gobierno para otorgarle una nueva categoría a la
cabecera municipal, la que por decreto de 29 de noviembre de 1886, fue elevada
al rango de Villa, llamándose en adelante: Coalcomán de Matamoros (mismo que se
conservó hasta 1981), cuando por iniciativa del Ejecutivo estatal se le quitó “de
Matamoros”, cambiando a Coalcomán de Vázquez Pallares).
Plantación de cedro rosado |
Estos nuevos integrantes compraron las mejores fincas de la
población, pero, es necesario decirlo, también varios les quitaron a los
indígenas sus tierras y tuvieron que emigrar.
“A mediados de la década de los noventa se fundieron en
Coalcomán 4 campanas de bronce de diversos tamaños, con aleaciones de plata y
oro que aportaron los vecinos para darles un mejor sonido. Por ese tiempo,
también se concluyó la cúpula en forma de “media naranja”, que cubría el
presbiterio y se dieron los últimos toques al altar mayor construido de madera
con acabados de yesería de estilo neogótico, en cuyos nichos se colocaron las
nuevas imágenes de San José, la Virgen María, el Sagrado Corazón de Jesús, San
Francisco y San Antonio. Los altares laterales estaban dedicados al Santo
Cristo y a Santo Santiago Apóstol, patrón de la parroquia desde el siglo XVI.
Una comisión de vecinos acomodados, encabezados por don Ignacio Moreno y
Antonio Pallares, adquirió en la ciudad de México una imagen de la Virgen de
Guadalupe, de grandes dimensiones, que
fue colocada en la parte central del altar mayor. En los primeros años
del s. XX, los viejos candeleros de barro y madera fueron sustituidos por
nuevos, de bronce, que fueron adquiridos en la ciudad de México. Otra mejora
importante fue el baradal del comulgatorio de herrería artística, que reemplazó
a uno antiguo de madera.
Jardín de Coalcomán |
Todo ello nos muestra el esplendor cultural, económico,
político y religioso que alcanzó esta parroquia, que contaba con un periódico
local llamado “el Eco” que tenía por objetivo dar a conocer los adelantas de
esta comarca: en la agricultura, ganadería, actividades artesanales y
manufactureras que eran las propias de la población, en donde inclusive había
una fábrica de cerveza; el comercio era, por supuesto, clave en la región donde
se creó la “De la Vega, Mendoza y Compañía” dedicada a la compraventa de mercancías de
todos los géneros, y posteriormente la sociedad mercantil llamada “Bringas y Ochoa
en 1898”. Además de compañías extranjeras que se establecieron para la
compra-venta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario