viernes, 28 de febrero de 2014

Pura hostilida, no puede,uno sancinar, cualquier percepción que el chico o la chica tenga.




PUNTO I


1.1 ¿Cómo mejorar la comunicación entre padres e hijos?

La adolescencia es un momento de crisis. Hay muchos aspectos para simbolizar en cada singularidad y la necesidad de articular nuevos lazos en los vínculos familiares. ¿Cómo dar lugar a esta nueva etapa en medio de las exigencias de la vida cotidiana de los padres e hijos?


Los adolescentes atraviesan por importantes cambios: corporales, psíquicos y sociales. Esto les exige un nivel de elaboración que siempre va por detrás del vértigo que vivencian. Por otro lado, los padres deben repensar la relación con sus hijos que ya no son niños, pero tampoco adultos.

Apariencias que ¿engañan?

La comunicación se dificulta porque muchos adultos se quedan con lo que los adolescentes aparentan. Así es como ven seres intolerantes, "que se la saben todas", desinteresados por compartir espacios familiares, sin afecto y carentes de cualquier interés por escuchar la palabra de sus progenitores.

  Es hostilidad o miedo al enfrentar una nueva etapa.

Pura hostilidad

Los padres, demandados por la vida cotidiana, el trabajo, los problemas económicos, la pareja, los otros hijos, etc. ven allí donde antes había un niño dulce, gracioso y afectuoso, un "monstruo" que los odia, los desvaloriza y ya no los necesita; alguien que no puede parar de responder con gritos, bromas y gestos desagradables.

La otra cara

Esta imagen debe ser superada. Tendrán que acercarse a ellos y acompañarlos; saber qué sienten y cómo están, orientarlos y continuar con su educación.

Qué y cómo hacerlo es una cuestión delicada.

Es preciso tomar distancia, mantener el lugar de adultos. No creerles lo que aparentan y saber que necesitan pelearse para crecer. Todo esto hay que permitirlo en un marco de respeto.

Compartir para comprendernos

Fomentar la comunicación en esta etapa, no es sentarlos a hablar o interrogarlos, tampoco se trata de revisarles sus pertenencias en un intento desesperado de saber en qué andan.

 

Es necesario generar espacios en común, en donde el diálogo aparezca espontáneamente. Espacios simples, como "hacer nada juntos", hasta actividades más programadas como un viaje un fin de semana. Lo importante es que la charla surja en un ambiente distendido y aparezcan las ganas de compartir desde el interés amoroso.

La relación entre padres e hijos adolescentes es un equilibrio entre límites, contención y la promoción de un lugar para el despliegue de la singularidad de cada uno.

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