El
respeto como la honestidad y la responsabilidad son valores fundamentales para
hacer posibles las relaciones de convivencia y comunicación eficaz entre las
personas ya que son condición indispensable para el surgimiento de la confianza
en las comunidades sociales.
La
falta de respeto a nuestras instituciones surge de la laxitud en la que ha
caído la cultura moderna por el excesivo énfasis que hemos puesto a la libertad
y los derechos de los individuos con el olvido de la responsabilidad y el deber
como contra parte complementaria. Esta actitud ha traído como consecuencia una
mala interpretación de lo que significa la dignidad de la persona y su
responsabilidad social. El respeto exige un trato amable y cortes; el respeto
es la esencia de las relaciones humanas, de la vida en comunidad, del trabajo
en equipo, de la vida conyugal, de cualquier relación interpersonal. El respeto
es garantía de transparencia. El respeto crea un ambiente de seguridad y
cordialidad; permite la aceptación de las limitaciones ajenas y el
reconocimiento de las virtudes de los demás. Evita las ofensas y las ironías;
no deja que la violencia se convierta en el medio para imponer criterios. El
respeto conoce la autonomía de cada ser humano y acepta complacido el derecho a
ser diferente.
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