SITUACIÓN DE NUESTRA REGIÓN DE TIERRA
CALIENTE DURANTE
LA
REVOLUCIÓN CRISTERA
SEGUNDA PARTE
En el primer semestre de 1927 el
Regimiento de Anacleto González Flores, con asiento en Coalcomán, libró y ganó
las acciones de armas de Villa Victoria, Tepalcatepec y Puerto del Aire. Los
federales se replegaron hasta El Pozo y luego volvieron a Villa Victoria, donde
establecieron su cuartel. El jefe cristero Guadalupe Lucatero defeccionó y se
disolvió la tropa. Aquellos, al mando de los generales Beltrán, Mendoza y Díaz,
se apoderaron de Coalcomán. Fermín Gutiérrez se replegó con sus hombres a
terrenos de La Guadalupe y El Cobre, y el único rebelde que quedó por el rumbo
fue Salvador González. Este caminó por
senderos ocultos hasta Estopila, subió al cerro El Frezquial, sorprendió a los federales, puso
sitio a Coalcomán, se le unieron las guerrillas de Trinidad Barajas y Librado
Mendoza, y el 14 de octubre emprendió el ataque y tomó la plaza, que estuvo
defendida por el general Tranquilino Mendoza.
El 12 de enero de 1928 llegaron a
Coalcomán cinco mil soldados de las tres armas, al mando del general Juan
Domínguez. La lucha cristera la sostenían los jefes Gutiérrez y José Contreras,
y los hermanos Librado, Pablo y Fermín Guillén. Estos últimos habían reunido
800 hombres en el frentón de la montaña de Los Telares. Después de cuatro días
de cerco, se retiraron 600 cristeros y a fines del mes los federales avanzaron
a bayoneta calada rumbo a los desfiladeros. Los 200 rancheros que habían
quedado enfrentaron el asalto de aquella columna y lograron rechazar el primer
ataque. Sin embargo, un grupo de indígenas de Estopila abandonó sus posiciones
y los federales pudieron escalar el cero por esa parte. Fermín Guillén ordenó
entonces la retirada. En El Desprendimiento hubo por esos días otra batalla que
duró de las 9 de la mañana a la una de la tarde. En el resto del año ocurrieron
frecuentes choques, aunque de menor magnitud. En abril de 1929 se entablaron
dos combates: uno en la Sierrita de Villa victoria, entre la partida de Trino
Barajas y la tropa del coronel Ceballos; y otro en Ticuiz, donde González Romo
resistió ocho horas de embate de una fuerza procedente de Colima, reforzada por
defensas rurales y agraristas”.
En junio de 1929 terminó el
movimiento cristero con los “arreglos” a los que llegaron el entonces
presidente de la República Emilio Portes Gil y el Delegado Apostólico, entonces
arzobispo de Morelia, don Leopoldo Ruiz y Flores quien tuvo que acatar órdenes
de Roma a la que le habían engañado y le habían hecho falsas promesas que nunca
cumplirían y en algunos casos acabaron en verdaderas masacres de antiguos
cristeros.
Este movimiento no va a terminar
del todo, los antiguos cristeros no confiando en los famosos “arreglos”
buscaron comprensión de la situación vivida manteniéndose en pie de lucha, y en
espera de una respuesta a su demandas, y por lo mismo desconocen las
autoridades tanto civiles como religiosas y actualmente se autodenominan “La
Cruz de Palo”.
Con el posterior gobierno de
Lázaro Cárdenas van a continuar las expropiaciones de los bienes de la Iglesia
que van a obligar a muchos obispos a buscar nuevas alternativas para preparar a
sus aspirantes al sacerdocio y una respuesta la encontrarán en la creación del
Seminario de Moctezuma en Nuevo México a donde tendrán que marchar aquellos que
deseen alcanzar la ordenación sacerdotal.
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