PRIMEROS EVANGELIZADORES DE MICHOACÁN
Esta iglesia que comenzó a
fraguarse, como es lógico, desde los inicios de la evangelización, misma que
ocurrió desde la llegada de los primeros frailes a nuestra tierra.
Los primeros evangelizadores de
Michoacán fueron los franciscanos, entre quienes destaca Fr. Martín de la
Coruña que fue el primer guardián de la Orden en este territorio y constructor
del primer templo cristiano que hubo en Michoacán (una ermita dedicada a Santa
Ana, en Tzintzuntzan). Este defendió al
cazonci en el tormento que le imponía don Nuño de Guzmán cuando intentaba
conseguir el tesoro del rey de Michoacán. Los primeros evangelizadores
enseñaban la doctrina cristiana a través de señas, con dibujos y a través del
teatro.
De las tres órdenes religiosas
que evangelizaron el Estado Tarasco, los franciscanos fueron invitados por el
cazonci Tangaxoan Tsintsicha entre 1524 y 1526, los agustinos por el primer
virrey don Antonio de Mendoza en 1537, y los jesuitas por D. Vasco de Quiroga
desde 1547, pero éstos no pudieron llegar a Michoacán hasta 1573, después de la
muerte del prelado.
Los franciscanos y agustinos
tuvieron tantos conventos en la región, que formaron en ella sus respectivas
provincias. La evangelización de los purhépechas duró aproximadamente un siglo,
más los principales conventos de estas dos órdenes, que eran al mismo tiempo
parroquias del obispado de Michoacán, siguieron como tales aproximadamente
hasta 1787, pues las reales cédulas anteriores no les permitieron tener más que
dos parroquias a cada una.
Los evangelizadores, celosos de
su misión, entraron por doquier buscando la cualquier rincón de estas tierras
para dar a conocer la fe, pero el celo apostólico de las diferentes órdenes los
llevó a establecer límites y jurisdicciones para evitar entrar en cualquier
tipo de conflictos.
El periodo más crítico de la
evangelización de Michoacán fue entre los años 1527 y 1533, en el que los
conquistadores y los frailes se enfrentaron, unos por tratar a sangre y fuego a
los conquistados y, otros, por defenderlos ante la avaricia de aquellos que los
cegaba. Muchos indígenas se fueron hacia los lugares más apartados y los
frailes, por la bondad que los caracterizaba, poco a poco los fueron atrayendo hacia
los pueblos donde los evangelizaron.
Los franciscanos, conociendo la
antigua administración purépecha, sabían que desde Tancítaro se administraba la
región sur del reino tarasco y, así, respetando esta antigua jurisdicción,
fundan el convento de la “Santa Cruz” en dicha población en el año de 1552 a
cargo de fray Pedro de Garra Villas y desde allí se visitarían los
asentamientos indígenas de: Puco, Xalpa, Amatlán, Tomatlán, Acahuato, Parácuaro
y Apatzingán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario